jueves, 18 de septiembre de 2008

EL MEO QUE RECRIMINAS, ES SEÑAL DE MI DESCONSUELO


— ¿¡Hasta cuándo voy a tener que seguir limpiando los charcos que dibujan en el piso tus meadas!? ¿¡Aprenderás alguna vez que para algo existe un agujero en el water!?
Le habían precedido en la balacera de improperios las gotas en el espejo, de cuando me afeitaba o me cepillaba los dientes. Hacía tiempo la venía escuchando sin emitir sonido, pero hoy, su vómito en palabras era el corolario de las que estuvo sumando para la resta. Habíamos llegado al cero:
— Martha... ¿los hombres, lloran?
— ¿A qué viene la pregunta? ¡Ah!... Excusas para escapar por la tangente. ¿Cómo reza el dicho del sordo que no quiere oir?
—Recuerdo el del ciego que no quiere ver. Disfrazo mis lágrimas de meo o gotas en el espejo porque, se supone, que los hombres no debemos llorar.

Sonrió. Me sentí como una gallina a la cual terminaban de acorralar para retorcerle el pescuezo. La debilidad que con perfidia me hizo confesar, justificaría el veredicto.
Entonces, se sacudió mis plumas, sacó un Marlboro con sus garras y fijó cual orate su mirada en un punto del horizonte.
Mientras la fiera esparcía el humo, dijo: — ¡Que pase la siguiente víctima!

2 comentarios:

Jacinto Deleble Garea dijo...

***



Curioso relato.

Quizás demasiado desangelado para mí, a pesar de su ironía.

Pero ojalá fuera cierto que al menos dejamos una señal de nuestro desconsuelo, aun de modo tan escatológico, sin embargo creo que con lo único que pueden identificarse esas gotas del relato es con un estúpido modo de marcar el territorio, fruto de lo animales que somos.

Por otro lado, los hombres que yo conozco, yo mismo, no dejamos de llorar sin lágrimas.

Las lágrimas están sobrevaloradas, cuando en realidad se parecen demasiado a las mentiras; igual de fáciles de encontrar y útiles sólo para salir del paso.

El disfraz de la quebradura de un hombre no es líquido, se parece más a la piedra.

Muchas veces al silencio.



***

Adriano Menezes dijo...

Bravo!!mas quisera não fosses tão econômica com seus leitores.