viernes, 8 de agosto de 2008

DE CÉSARES, NAPOLEONES Y BUSHES




Juanito se pone el pantalón, cierra la puerta de la pieza en donde Mimí atiende sólo a debutantes, y corre en búsqueda de su tío a quien encuentra embelesado con los pechos de una morena que le hacía arrumacos: —¡Tanta alharaca por “esto”!— le espeta con la desilusión marcada en el rostro. El tío sonríe y paga a la Madama. Lo toma comprensivamente del hombro y salen. Caminan un par de calles hasta que un: —Sobrino, ya verás, es sólo cuestión de práctica— rompe el silencio. Juanito lo mira incrédulo. Recuerda cuando el tío le contó que, obnubilados por “eso”, muchos hombres habían torcido el rumbo de la historia.

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