jueves, 7 de agosto de 2008

ALMA DE TANGO


Después de innumerables intentos fallidos de que me fuese infiel con alguno de los tantos hombres que le serví en bandeja, sólo atiné, como último recurso, a presentarle a mi jefa, Esmeralda.
Mi esposa y mi jefa copulan felices, mientras yo, finalmente puedo cumplir con mi obsesiva fantasía: Ser socio de ese bar exclusivo para borrachos con penas de amor, donde es condición sine qua non ingresar con la foto rota de la amada entre los dientes y el corazón atado a una cuerdecita, arrastrándose mientras lame toda la inmundicia del mundo.

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